La estructura dramática clásica, una técnica narrativa fundamental, ha guiado a los narradores durante miles de años. Su origen se remonta a la antigua Grecia, a las reflexiones de Aristóteles sobre el drama en su obra «Poética». Esta técnica de narración consiste en cinco partes distintas: la exposición, el levantamiento o complicación, el clímax, la resolución o caída, y el denouement o conclusión. Esta estructura sigue siendo un modelo primordial en la literatura, el teatro, y el cine, proporcionando un esqueleto sólido en el que se pueden desarrollar tramas cautivadoras.
La exposición es el punto de partida de cualquier historia. En esta etapa, se presenta al público los personajes, el entorno y el conflicto inicial. Es una especie de mapa que proporciona al público la información necesaria para situarse en la historia y entender sus primeros pasos.
El levantamiento o complicación es donde la historia comienza a tomar forma. En esta fase, los personajes se enfrentan a desafíos que aumentan la tensión y mantienen al público enganchado. La trama se complica y se intensifica, llevando a los personajes y a los espectadores hacia el próximo hito de la historia.
El clímax es el punto culminante de la historia. En este punto, la tensión y los conflictos llegan a su punto más alto. Es el punto crítico de la historia, donde los personajes a menudo toman decisiones cruciales que definirán el resultado de la historia. Es el instante de mayor interés y emoción.
Después del clímax, entramos en la fase de resolución o caída. Aquí, las tensiones se disipan a medida que los conflictos se resuelven. Esta fase puede tener una variedad de matices, desde finales felices hasta desenlaces trágicos. Sin embargo, lo esencial es que se proporciona una resolución a los conflictos que se han desarrollado.
Finalmente, llegamos al denouement o conclusión. Este es el cierre de la historia, el momento en el que se atan los cabos sueltos y se proporciona un sentido de cierre a la trama. Aquí, los personajes pueden reflexionar sobre su viaje, y los espectadores tienen la oportunidad de despedirse del mundo de la historia.
La estructura dramática clásica es una herramienta imprescindible para los narradores. Aunque algunos autores y cineastas contemporáneos pueden desafiar o deconstruir esta estructura en favor de enfoques narrativos más experimentales, la estructura dramática clásica sigue siendo un pilar fundamental de la narrativa. Proporciona una ruta clara que permite al público seguir el viaje de los personajes, asegurándose de que cada paso en la historia tenga un propósito y un impacto.
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